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 Lo salvaje da miedo   porque no se puede domar. 

Preguntarme quién soy, definirme, me expone una y otra vez al lienzo en blanco. No diría un día lo mismo que otro. Entender que soy mucho más que líneas que entran en un papel, me libera. Soy el agua que se derrama por los bordes o los trazos anárquicos saliendo del cuaderno de rayas. La curiosa, la que explora, la que aprende y comparte. Comparte con otras, siempre.

 

Fui una niña creativa, imaginativa y algo dramática. Una piscis de pura cepa, una animalilla social deseosa de ser vista. Uno de mis trofeos preferidos es tener amigas que me acompañan desde la infancia. Me gustan las personas leales, flexibles y con carácter.

 

Alumna de Ciencias Sociales que se emperró en iniciarse en una escuela de diseño donde no encontró su sitio, aunque sí numerosas herramientas. Estudié periodismo por amor a la escritura, después. Me imaginaba narrando tecla a tecla el mundo que me rodeaba y, antes de acabar mi segunda carrera, sabía que podría escribir sobre muchas cosas, pero que estarían relacionadas con la experiencia de ser mujer. Mi experiencia. Nacía así mi voz más crítica, mi compromiso feminista.

 

Amo el café con cuerpo, el queso curado y los bolis de punta redonda. Me encienden las conversaciones apasionadas, leer en papel y conocer a personas a través del lugar donde viven. Es increíble todo lo que una casa nos puede contar de quién la habita.

Como culo inquieto huí de un departamento de comunicación soporífero. Me negaba a pasar años calentando una silla. Yo quería trabajar con ilusión. Brillar. “Estudia lo que te guste, Sonia, que no te pase como a mí”, decía siempre mi padre. Aterricé en el Máster de Sexología y Género de Fundación Sexpol del que hoy, además, soy docente. Maduraba, mudaba mi piel y afianzaba un impulso activista que me empujó a cuestionarlo todo. La Sexología me conquistó y lo que nació con vocación de ser narrado, terminó en motor para bajar al barro: Acompañar la relación que tenemos con la sexualidad, origen de todo. Mi trabajo es permiso, bienestar, abanicos de posibilidad erótica, abrazar, reconciliar, gritar alto. Casi como forma de honrarme y honrar a las que me antecedieron. Así volví a estudiar para formarme como terapeuta sexual y de pareja, de nuevo en Sexpol, mi casa.

La vida son saltos entre una transformación y otra. La más reciente para mí, la maternidad, que puso mi vida patas arriba. Gran maestra. Oportunidad para poner en orden, desarmar, volver al cuerpo y sanar. Este proyecto es el resultado de muchos saltos sin red. Del vértigo. De desnudarme, vaciar equipaje y atreverme una y otra vez. De apostar por mí, algo que siempre fue un sueño.

Sueño como ha sido publicar mis libros: "Feminidad Salvaje: Manifiesto de una sexualidad propia""Sexo Afectivo". También mi primer cuento infantil: "El niño que quería dar abrazos".

 

Me gusta decir que leo, escribo y reflexiono en voz alta.

Narrando el mundo en femenino okupo el sistema.

Me gusta decir que acompaño a otras con ganas.

Y que disfruto de mi sexualidad para vivir plena.

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